domingo, 7 de febrero de 2010

París, antiguo y moderno

¡Por fin me decido a escribir una nueva entrada! Como dije en la anterior, en diciembre estuvimos unos días en París con mis abuelos.
En algunas ocasiones París me recordaba al Madrid antiguo, con sus fachadas de piedra y balcones con barrotes de hierro, gente caminando aprisa los días de lluvia, coches circulando por las calles mojadas… Pero la impresión de que se parece al casco viejo de Madrid dura sólo hasta que ves el Panteón de los Hombres Ilustres, donde se hallan enterrados (entre otros) Víctor Hugo, Voltaire, Rousseau, Marat,… Colgado del punto más alto de la cúpula se halla una réplica del péndulo que construyó Foucault para demostrar la rotación de la Tierra; el original se conserva en el Museo de Artes y Oficios de esta misma ciudad.
Cuando salimos del Panteón vislumbramos la Torre Eiffel, semioculta tras jirones de nubes. Una vista que me quitó el aliento.
Subimos al Sacre Coeur (Sagrado Corazón), una Iglesia levantada en honor a los caídos en la guerra franco-prusiana.
De allí bajamos a las Galerías Lafayette, un antiguo palacio convertido modernamente en centro comercial. Después vimos, pero no entramos, la Ópera, también llamada Palacio de la Danza, que tiene pasadizos sobre balsas de agua construidos a raíz del miedo de Napoleón III a ser asesinado.
Después fuimos a ver la Madeleine, un templo en honor del ejército francés, con peristilo estilo griego y que carece por completo de signos cristianos, como cruz o campanario; eso sí, en las puertas están representados los Diez Mandamientos.
También visitamos la Sainte Chapelle (Santa Capilla), construida con forma de relicario y de estilo gótico flamígero, cuyas paredes son enteramente de vidrio, representando escenas de la Biblia.
Desde ella fuimos a Notre Dame (Nuestra Señora), donde, por cierto, no pudimos ver a ningún jorobado… ¡bromas aparte!, esta bellísima catedral gótica fue comenzada en 1163 y terminada en 1260, pero no fue inaugurada hasta el siglo XIV. Con planta de cruz, tiene 130 m. de largo, 48 m. de ancho, 35 m. de alto en la nave y 69 m. en las torres. El rosetón mide 9,60 m. de diámetro (¡impresionante!, ¿verdad?). En la torre derecha se encuentra una campana de 13.000 Kilos, llamada en la película Disney “El jorobado de Notre-Dame”: la gran Marie.
La Tour Eiffel fue sin lugar a dudas el monumento que más me gustó. Esa figura esbelta, elegante, apoyada en cuatro pilares enormes, hecha con 18.000 vigas de hierro unidas entre sí con tornillos y soldaduras, esa enmarañada y sin embargo armoniosa unión de hierro hasta llegar a la altura de 200 m. Diseñada por Gustave Eiffel, fue construida en 1889 y se mantiene inalterable con el paso de las décadas.
Subimos a lo alto de este gigante de hierro, donde soplaba un viento contra el que había que luchar para mantenerse en el sitio.
Visitamos el Museo Rodin, donde se encuentran sus famosas obras “El beso” y “Manos”; ambas desprendían una delicadeza admirable; pero sólo esas dos y alguna otra resultaban suaves, pues la mayoría eran violentas, como “El pensador” o “Las puertas del infierno”, con figuras de forzados escorzos, atormentados incluso.
Y de ahí al Museo D’Orsay, donde quedé maravillada con las esculturas allí expuestas; la perfección casi irreal de los cuerpos, la naturalidad de sus poses, es algo con lo que, por el momento, yo sólo puedo soñar cuando pinto. (Las salas de los Impresionistas estaban cerradas por reforma, así es que me conformaré con ver la exposición que hay ahora en Madrid).

Dimos un paseo en el famoso Bateaux Mouche por el Sena, una experiencia relajante y refrescante (porque no paró de llover) que me recordó al paseo que dimos en Cracovia por el río Vístula.
Cuando fuimos al Louvre, con intención de ver nada más algunas de las obras más destacadas, como la Gioconda (o Mona Lisa), nos llevamos un chasco al ver que los empleados estaban en huelga, así que nos conformamos con ver el edificio por fuera. Vimos más cosas, pero esto se alarga demasiado. Sólo ya mencionaré el Museo de Cluny, que mi hermano quiso visitar para ver los tapices de la Dama del Unicornio.
Siento que en cada viaje que hacemos vuelvo con más riqueza de conocimientos y experiencias, lo cual, en mi opinión, es una suerte inmensa que debo aprovechar al máximo. Del día a día de París me queda la impresión de que los parisinos son más bien fríos, maleducados y antipáticos en el metro y en las calles. Todo estaba muy sucio. El metro es viejo y destartalado. Pero la comida me pareció muy buena (y el aliño de las ensaladas con miel es algo que ahora repito yo a menudo). El trato más personal con ellos, sin embargo, me deja la sensación de una sana campechanería que recuerda a la aldea de Astérix.







8 comentarios:

  1. ¡Qué de sitios! Me hace gracia tu apreciación acerca de los parisinos, que contrasta con la de Ipe (que te comentaba la entrada sobre Roma y Cracovia y decía que ella les considera encantadores). Yo creo que el francés, por fuera, es frío y distante y que sólo si se le llega a conocer de manera personal es capaz de abrirse. Los españoles sin embargo nos volcamos con los de fuera más que con los que conocemos de siempre. Y no me parece que esto sea un tópico, sino que realmente ¡somos más amables!
    Es mi opinión.
    ¡Sigue viajando y conociendo culturas por dentro!

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  2. Me ha encantado la descripción que haces de París, y tus apreciaciones personales. ¡Y qué cantidad de cosas se te han quedado!. En cuanto a los franceses, es verdad que parecen fríos al principio, pero cuando "enlazas" con ellos, son muy buenos amigos. ¡Qué suerte tienes con haber hecho esos viajes a tu edad! y sobre todo, que te aporten algo, que te enriquezca la diferencia de paisajes, modo de vida.. etc. Todo eso es cultura que vas almacenando y te enriquecerán a lo largo de tu vida. ¡DISFRÚTALOS! y que sigas viendo muchos más sitios; te aseguro que viajar es uno de los mayores placeres de que yo he disfrutado a lo largo de mi vida, que ya va siendo larga (valga la redundancia). Pero cada vez que viajamos y últimamente lo estamos haciendo, es como si rejuveneciera. Se disfruta preparando el viaje, durante y después con todos los recuerdos y nuevas adquisiciones de experiencias.Me encanta que seas así. MAG

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  3. a mi hija Anuradha se le aumentaron las ganas de ver Paris que ya tenia cuando leimos tu artículo.las fotos tienen un color esplendido ,son preciosas.la torre Eifel nos ha impresionado.gracias por enseñarnos Paris¡¡

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  4. Gracias por los comentarios y ánimos. Shanti, me alegro de que mi entrada os haya dado más ganas de ir a París, hojalá que lleguéis a ir.

    Claudia

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  5. ¡Uy, perdón! Se me ha escapado un "ojalá" con hache...

    Claudia

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  6. Hola Claudia, eres una narradora excepcional. He podido revivir París con tus palabras.
    En casa somos muy afrancesados, por "culpa" de mi esposo que es un admirador de algunos filósofos franceses, y eso nos ha hecho viajar mucho por allá.
    Siento que sintieras que los parisinos no eran acogedores, la verdad es que tiene mala fama... quizás no inmerecida. La verdad es que yo tengo un pequeño truco para sentirme bien, siempre (este donde esté) sonrió a todo el mundo... y como todo el mundo me devuelve la sonrisa, siempre me siento bien.

    Cariños inmensos,

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  7. Hola Claudia!! a mí me encanta París, siempre he querido visitarlo. La foto de la torre Eiffel es preciosa. Siempre leo tu blog y me gusta mucho espero impaciente otra de tus fantásticas entradas!!! ^_^

    Tienes un premio en mi blog!!!

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  8. Tomaré en cuenta tu consejo Ipe, aunque ya lo he hecho a veces y tienes razón, con una sonrisa la vida es mucho más bella.
    Anuradha, os animo a que visitéis París, me encantaría compartir opiniones contigo. En cuanto a la foto de la Torre Eiffel, la hizo mi padre (como todas las demás), que es el fotógrafo oficial de la familia.
    Muchas gracias por los comentarios,

    Claudia

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