lunes, 19 de enero de 2009

La difícil muerte de Rasputín

Grigori Efimovich Rasputín (1872-1916) fue un místico siberiano que logró embaucar con sus malas artes a la familia imperial rusa, la de Nicolás II.
El monje tenía hartos a los aristócratas porque había adquirido un poder para nada merecido con sus falsas curaciones y sus supuestas predicciones, más falsas aún si cabe.
Rasputín llegó a nombrar a miembros del Gobierno y su influencia sobre la zarina, y a través de ella sobre el propio zar, era tal que en la corte rusa no movían un dedo sin que Rasputín tuviera algo que decir.
La noche del 31 de diciembre de 1916 los aristócratas decidieron tenderle una emboscada disfrazada de cena agradable en San Petesburgo. En la comida destinada al monje pusieron suficiente cianuro para tumbar a un elefante; pero a un elefante, no a Rasputín. Por lo visto, el cianuro pierde bastante efecto (cuando no todo) si se combina con alcohol y como el monje acabó con un nivel de alcohol en sangre que habría dejado pasmados a los de la Guardia Civil, el cianuro perdió el efecto mortal que tenía en un principio. El Príncipe Yusupov, cansado de esperar a que Rasputín cayera envenenado, sacó su pistola y le disparó al corazón. Sin embargo, es bastante difícil acertar al corazón, y la bala debió pasar rozándolo porque el monje salió huyendo. Ya con las formas perdidas, los aristócratas le persiguieron a tiros por las calles de San Petesburgo. Cuando al fin cayó le molieron a palos (o con lo que tuvieran) y luego lo arrojaron a las gélidas aguas del río Neva.

Es increíble, pero cuando rescataron el cuerpo y le hicieron la autopsia vieron que en sus pulmones había agua, o sea que no murió ni envenenado, ni por un disparo, ni apaleado, ni congelado; sino ahogado. (Entre todos lo mataron y él solito se murió).

jueves, 8 de enero de 2009

Tras la muerte de Nerón

El emperador romano Nerón (s.I d.C) ordenó la mayor matanza de cristianos de la historia antigua. Esto lo sabe cualquiera, pero lo que no todos conocen es que después de muerto, alrededor de su tumba se reunían grupos de personas que practicaban la magia negra; la maldad del emperador que incendió Roma era tan grande que permanecía aun estando muerto. Tuvo que pasar un milenio para que llegara un Papa y pusiera fin a tales reuniones. Fue Pascual II(s.XII) quien decidió acabar no sólo con las reuniones hechiceras, sino también con la propia tumba practicando un exorcismo en el lugar. Lo primero que hizo Su Santidad fue imponer un ayuno en Roma a la espera de recibir la inspiración para acabar con la maldición, si bien no hay datos fehacientes de cuántos romanos estuvieron sin comer mientras al Papa le venía alguna idea. Afortunadamente, a la tercera noche se le apareció la Virgen y le indicó cómo liberar a Roma del poder diabólico del emperador, quien, por cierto, se aparecía de vez en cuando. Al cuarto día se reunieron en torno al nogal que crecía sobre la tumba cientos, quizá miles de personas. Pascual II, siguiendo las instrucciones de la Virgen taló el nogal, abrió la tumba y desenterró lo poco que quedaba del emperador. Los huesos fueron arrojados al río Tíber, que viene a ser lo mismo que mandarlos a freír espárragos. A partir de entonces, Roma vivió en paz, sin el espectro de Nerón dando vueltas por ahí. Los brujos y hechiceros se trasladaron a otro lugar y, años más tarde, otro Papa, Sixto IV, mandó erigir en el lugar donde estuvo la tumba una iglesia consagrada a Santa María. El lugar está en la actual Piazza del Popolo.

Teatro en los Scouts

El pasado diciembre se celebró el festival de Navidad en los scouts. Cada rama preparó una coreografía, un villancico o una actuación. Incluso los monitores, grupos de catequesis, el consejo pastoral y algunos padres hicieron algo, ya que en esta eventualidad participaba toda la parroquia. Empezando por los monitores que recordaron a los bailarines de “Grease” . Iban todos muy propios: los chicos con su cazadora de cuero y las chicas muy monas con su falda larga. Después fueron subiendo al escenario todos los participantes y, entre ellos, por supuesto, los lobatos, que cantaron un rap-navideño (mi hermano era el ángel San Gabriel) y los padres, que cantaron el “campana sobre campana”. Me sorprende que no lloviera... no, no, en realidad cantaban bien.

Los últimos fuimos los rangers con nuestro teatro navideño con estética de "Pesadilla antes de Navidad". Fue realmente divertido. Una vez terminado el teatro cantamos el villancico de “Navidad, dulce Navidad” (con texto macabro, por supuesto: “los juguetes de este día no van a llegar”) y al final de cada estrofa se me ocurrió en ese mismo momento añadir un “hey” que gustó mucho al público.